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Massaru Emoto demuestra "cientificamente" y con fotos que el agua tiene sensiblidad y que reacciona ante los pensamientos y acciones humanas modificando su estructura molecular

Masaru Emoto, empezó a interesarse por las propiedades sanadoras del agua hace casi veinte años, más alla de sus compuestos químicos y propiedades físicas. Se hizo una pregunta: ¿Es posible reflejar las cualidades sanadoras de diferentes tipos de agua de un modo palpable?

Empezó entonces a realizar experimentos en todo el mundo sobre el efecto de las ideas, las palabras y la música sobre las moleculas del agua. Fotografió los cristales hexagonales que formaba el agua al helarse. Y de sus imágenes extrajo la hipótesis de que las imágenes y reacciones del agua variaban según las influencias que recibieran. Para Emoto, son la prueba de que el agua, lejos de estar inaminada, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos y emociones. Llegó a conseguir transformar irregulares patrones de agua contaminada en bellos cristales hexagonales al someterla a la audición de música clasicas y cierto tipo de oraciones y a obtener horrorosos patrones geométricos a través de malos deseos o ira.

Según Emoto, quizá "depués de haber visto esto podamos entender el poder que poseemos al alegir nuestros pensamientos e intenciones para sanarnos a nosotros mismos y al medio ambiente" modificando radicalmente neustros hábitos. Su hipótesis "demostrada" habla pues, de los mensajes que el agua puede transmitir sobre su estado de ánimo y la salud del planeta.